Ayuntamiento teocrático, regido por un alcalde que piensa en voz alta y dice que él hace lo que le da la gana, que para eso está. Alcalde que parece compartir el bastón de mando con el obispo para reimplantar durante una semana el nacional catolicismo. Obispo que chulea al Ayuntamiento e impone en su fachada las enseñas religiosas del folclore semanasantero, para que las cofradías enseñoreen la plaza Mayor y saquen a pasear a sus infantes encapuchados, ajustado su cerebro al capuchón, lo que viene a ser lección sobre la vida eterna, de Interés Turístico Internacional. Y todo ello con la anuencia de los políticos que dicen representar a los ciudadanos españoles votantes de una constitución laica.
No, aunque lo parece, no es un circo. Ni tiene pizca de gracia. ¿O a usted le hace reír la presencia de cargos electos, docentes y militares rindiendo honores a un dios nacional católico? ¿A usted le divierte ver a nuestros representantes arrodillados ante un estulto obispo, injerente extranjero y mantenido por un acuerdo obsoleto entre el Gobierno y el Vaticano?
¡Basta ya, por favor! Continúen los cofrades con sus representaciones, si así les place, pero en sus capillas, sin despistar recursos colectivos y evitando humillar a quienes representan al Estado. Y sobre todo no empujen, que la calle es de todos. Y el calendario también.
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