Hoy hace treinta años que el Ayuntamiento de Aguilar de Campoo aprobó mi proyecto de levantar cinco monolitos de hormigón en homenaje a la industria galletera, determinando que fueran ubicados frente a la fábrica de Fontaneda. Hace treinta años -lo escribo notando seca la boca y un cierto vértigo frío en el estómago- pude degustar galletas maría al pie del lugar elegido para airear el concepto de escultura que entonces propugnaba aquel soñador racionalista que crecía dentro de mí.
Hoy ya no hay marías, pues determinadas actuaciones interesadas se llevaron lejos la fábrica de Fontaneda, con el consiguiente quebranto laboral y social para la villa; pero la industria galletera de Aguilar de Campoo ha sabido reinventarse y sigue en pie. Mis monolitos también, más libres ahora, más orgullosos. |
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