Si la catedral fuera un navío de piedra, llevaría un fotógrafo timonel y luciría mascarón de proa en forma de calavera. Navegaría a la deriva hasta que la partiera un rayo, allá donde el horizonte cae de repente hacia el abismo. Porque la tierra acaba en el mar y el océano en el fin del mundo. Lo he sabido hoy, a las 19:00 H. Pura inspiración divina. |